lunes, 20 de agosto de 2012

ANDALUCÍA Y MÁLAGA




El enorme gasto engendrado por la ostentación, la prodigalidad, el parasitismo y el dispendio causado por la continua fiesta andaluza ha convertido a Andalucía en un cadáver que, por alguna extraña razón, sigue en pie. Para callar a las voces críticas con el muerto, la Junta cuenta con dos herramientas viejas y eficaces; la publicidad institucional y un ejército de plumillas que cobra a cargo de los presupuestos. Ninguno de ellos escribirá sobre el coste de las empresas públicas andaluzas. Ni siquiera se atreverán a mencionar lo que cobran los asesores de Valderas. Ese comunista que en plena campaña electoral, manifestó a Griñán que debido a los fraudes de los ERE, tenía dos opciones; dimitir o cesar a su consejera Martínez Aguado. Ahora, cuando gobierna a su lado, el pájaro bermejo esconde su código ético bajo las alas del gobierno andaluz.

Tal vez el silencio de la prensa importe poco si tenemos en cuenta que debido al nivel educativo andaluz, el nivel de lectura de nuestros estudiantes apenas llega para entender las dos terceras partes del catálogo de Ikea. A éstos les basta dos consignas fáciles para manifestarse en la calle, siempre y cuando la protesta vaya contra la derecha que, dicho sea de paso, se ha empeñado en convertir a Sevilla con la ley de capitalidad, en la única urbe sureña a la que llegarán inversiones de forma segura. A los chicos de la gaviota les debe parecer poco las tres décadas de centralismo sevillano socialista, y planean, imagino, bombardear Málaga cada tres años. De esta forma tan liviana, los populares se asegurarán que la capital de la Costa del Sol no ose seguir en la senda de su rebeldía. Y no, no me valen las protestas del alcalde malagueño y de los suyos, porque por cada hombre leal para con Málaga que pertenece a su partido, me he topado con cien hombres cuyo único interés es la satisfacción de sus apetencias políticas. El único logro del PP en los últimos años en estas tierras consiste en la inauguración del Palacio de la Aduana, pero no como museo, sino como caseta de feria.

Por tanto, estoy convencido de que estamos en manos de una pandilla de caraduras sin escrúpulos, a la derecha y a la siniestra. Por una lado, tenemos a la Junta para la que sólo hay algo más peligroso que la calumnia; la verdad. Por el otro, a los ayuntamientos malagueños gobernados por los populares de cuyas mentes no salió jamás idea brillante alguna. Su estrategia es tan lamentable como aquella usada por la progresía que hace responsable a Franco de todas las taras de los tiempos actuales. El problema, queridos amigos, reside en el hecho de que Málaga perdió su libertad a manos de Andalucía. Nada más y nada menos. El resultado es que en la provincia hay 192.000 parados y el Servicio andaluz de desempleo, apenas tiene 92 ofertas de trabajo. Para esto, no hacía falta formar una autonomía, bastaba con dispararnos un tiro en la cabeza.


Sergio Calle Llorens

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