sábado, 24 de diciembre de 2016

CONSEJO NAVIDEÑO

Hay individuos que mueren en estúpidos accidentes domésticos lo que, posiblemente, les ahorra los achaques de la vejez. Hay personas que perecen de una forma más decorosa pero, como siempre digo,  no son los años de tu vida sino la vida en tus años. En nuestra existencia nos topamos con  gente que, cuando llega la tormenta, va a ocultarse, como lindos pajarillos, en los árboles mientras, ya es hora de decirlo, algunos nos elevamos como águilas en el cielo. Así vemos más claro y nos mojamos menos. En definitiva, vivir para no descubrir a un cuarto de hora de la llegada de la parca, que no hemos vivido del todo. A los que le pasa esto último, creo, les acompaña la marcha fúnebre de Chopin hasta el último aliento.

La vida, queridos amigos, no se termina por perder un trabajo o en los estertores de una relación romántica. La existencia, sencillamente, se apaga cuando se apaga. Ni un minuto antes, ni un segundo después. Mucha de esta gente terminará hacinada en asilos para bobos compartiendo miserias morales y, enfermedades colectivas sin saber ¡pobres caga-lástimas! Que llevan demasiado tiempo oliendo a cadáver.

Como dice un viejo proverbio irlandés; Aitnichear an leomhan air scriob delongann; que en español viene ser algo así como el león es conocido por las marcas de sus garras. Por lo tanto, ahora que arriba la Navidad, es momento de hacer examen de conciencia para validar nuestros sueños y esperanzas.  Personalmente, y miren que lo he tenido difícil, he podido cumplir la quimera de no tener que darle la mano a diario a la gente que detesto.  Además, he alcanzado a publicar en un año los tres libros que quería y, gracias a la generosidad de todos ustedes, se están vendiendo- que en la España de chichinabo actual es decir mucho-  lo que me hace sentir un ser privilegiado. Son mis garras y es mi marca. 

Si yo he podido, usted también puede. Si yo lo he logrado, usted debería alcanzar sus metas con el arsenal de la ilusión que es el material con el que se forjan los sueños. No le importen nunca las lenguas bífidas que tratan de apartarle de su camino. Lo relevante es la voz interior que conecta, ya lo creo que sí, con toda la sabiduría del universo. Por eso, cierre los ojos y sueñe con todas sus fuerzas. Luego eleve una vieja plegaria al cielo. Y le aseguro que, esta vez sí, usted volverá a nacer.

¡Feliz Navidad!

Sergio Calle Llorens


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