martes, 21 de marzo de 2017

SUSURROS

La noche siempre me susurra secretos que se deslizan en la madrugada repleta de fantasmas. Me habla en una misma lengua con la luna de testigo. Quisiera compartir estos arcanos con la gente pero entonces ya no serían gente sino individuos. Quisiera yo, en cualquier caso, que ella tuviera la necesidad, y tal vez las ganas, de venir a saludarme, de tenderse en la cama conmigo. Pero en ese caso, ya no querría seguir escuchando esos susurros sino las dulces palabras que salen de su boca.

De momento, la noche parla y yo escucho con mucha atención; me habla de soledad, de tristeza, de angustia y hasta de acontecimientos de los que yo no entiendo casi nada. En ocasiones me quedo profundamente dormido pero la luna, que en irlandés viene a ser resplandor- Gealach- siempre acude a despertarme. Se cuela traviesa entre las cortinas de mi balcón que se abre al mediterráneo. Allí se perciben unos bellos luceros. Pesqueros en busca de su sustento. Una ola a la playa llega puntual a su cita en la playa. Un perro aúlla en la noche. ¿Se sentirá tan solo como un ministro tras ser cesado?

En la noche, en definitiva, las gentes del pueblo duermen y yo ando desvelado por aquello que me revela la fría madrugada; en esta noche las ermitas no solo han tocado a muerto sino que lo hacen ¡maldita sea su estampa! Por el alma de los que pereceremos mañana. Lo dice la noche. Lo confirma mi amiga la lechuza. Mañana, si no es demasiado tarde, iré a la taberna a tomarme un vaso de vino. Hasta entonces Noctiluca seguirá meciendo mis sueños salados.

Sergio Calle Llorens


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