sábado, 1 de julio de 2017

EL DIVORCIO

Hay quien entiende el amor como una conversación de sordomudos. Por eso cuando arriba el desamor muchos abrazan la religión de las masas que, básicamente, es joder a la persona con la que se ha compartido lecho y hasta la limpieza de la ducha. Se presenta entonces la factoría de brutalidades  y la reserva de antropoides, que se cree moderna, hace sonar tambores de guerra. Un triste espectáculo conocido como divorcio.

Lógicamente para divorciarse hay que casarse primero. Lo singular es que la gente se siga esposando a pesar de  que las estadísticas  muestran que todo suele acabar como el rosario de la Aurora. Curiosamente la comunidad homosexual, a la que hasta hace muy poco tenía por inteligente, ha mostrado tan poca fe en la propia mercancía que han acabado comprando la heterosexual que si bien no es competencia tampoco es muy competente. Y todo por unos derechos mal entendidos que culminan con la suegra en la cena de Nochebuena.

Supongo que el matrimonio nació para obligar al hombre en la crianza de los hijos tras cansarse de la mecánica copulativa. Los efectos son terminales para el amor aunque ayude, y  en muchos casos, a terminar la educación de los retoños. De tal forma que en todas las generaciones nos encontramos con una gran cantidad de incautos dispuestos a pasar por el rito del desposorio. Ahora, por cierto, se ha puesto muy de moda pedir la mano en espectáculos públicos que por alguna razón desconocida conmueve a todos. Eso si la novia dice que sí. Entonces al novio le entra una especie de vanidad de macho parecida al de los hombres que se visten de lagarteranas en las carrozas del orgullo gay.

Es evidente que tras la zanahoria del amor llega el garrote de la rutina. Es diáfano que la pasión esa que mostraba James Stewart besando a Kim Novak en Tristán e Isolda se apaga de tanta usarla. Y entonces aquella absurda idea del himeneo le hace sentir como aquel condenado camino del patíbulo. Por eso el divorcio, si una jueza lo permite, puede ser la oportunidad que usted lleva esperando tanto tiempo. La disolución del contrato es, queridos amigos, la solución.

Sergio Calle Llorens


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